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La señora Ana del Carmen Ruiz, de 68 años, tiene bajo su protección y responsabilidad a seis nietos, (todos menores de edad), a quienes lógicamente tiene que darles de comer y asegurarle un techo, pero debe mandarlos a vender melcocha ya que ella tiene una operación a corazón abierto y se le imposibilita hacer trabajos que le ayude para buscar el pan de cada día de sus niños.
Esa es la lamentable situación por la que está pasando esta mujer que es oriunda de Puerto Rondón, Arauca, pero fue desplazada por el conflicto armado, y desde hace más de 8 años decidió armar un ranchito #192 en el barrio Mi nueva Esperanza, de Yopal.
Se gana la vida vendiendo melcocha
“Me ha tocado que vender melcocha, es lo único que puedo hacer porque tengo una operación, y me toca mandar a los niños a que hagan la ventica, a veces salgo pero siempre van son ellos. Yo necesito que me ayuden, le agradezco ante mi Dios, en estos momentos los niños están necesitando ropa, calzado, comida y no tengo como poder cubrir esas necesidades”, dijo entre lagrimas doña Ana.
Dice esta humilde colombiana que su hija, la mamá de los muchachos, murió en octubre del año pasado manera violenta, “a esta hora no hemos sabido que fue lo que pasó con mi hija, espero que haya justicia y que se cumpla la ley, yo soy la mamá y abuela de los niños, no hemos podido ponerlos a estudiar por la misma situación y ahora con esto de la pandemia”, agregó.
Dice la señora que perdió un hermano durante el conflicto armado. “Soy una mujer echada para adelante, saqué a mis siete hijos sola, y ahora a mis nietos. Recientemente un hijo vino y me trajo algo, yo soy desplazada y no me ha llegado la ayuda que dan por eso, estuve averiguando pero no me responden, en mi casita, tampoco he podido lo del ingreso solidario”, explica la ciudadana.
Pide solución habitacional
Insiste que las autoridades deben ayudarla, “nunca ha recibido ayuda de nada”, con lágrimas en los ojos dice que sueña con tener una vivienda donde vivir como cristiano, “no puedo agacharme a recoger algo, en mi corazón me pusieron una vena de plástico, en mi ranchito duermen tres niños en una ama, solo tenemos dos piecitas, una cocina de dos hornillas”, explicó.
Javier Pérez Castillo, presidente de la Fundación Actos de Paz, Perdón y Reconciliación, dijo que en realidad produce tristeza las condiciones en la que ella vive, “aprovecho para que la administración departamental y municipal revisen la situación de esta familia, también el llamado es a la unidad de víctimas, la ley 1448 que brinda una cantidad de derechos, que en la casa de la señora Carmen se lo han desconocido total, y de paso las ayudas que da el gobierno a la señora, no se puede a veces ni cobrar porque no tienen acceso a la tecnología, al internet, es un trabajo que hacemos”.